Aunque la alfarería fue uno de los artes que más se desarrolló en el mundo andino prehispánico, la cerámica Inca se destacó por ser totalmente distinta al resto.
Qué aspectos distinguieron a la cerámica Inca.
Generalmente, la cerámica Inca se diferenció por el empleo de tonalidades como el negro, blanco, rojo o anaranjado, además, sobresalían los diseños geométricos de barras, rombos, círculos y triángulos, así como también, animales, plantas, flores, frutos y seres humanos o mitológicos, pintados sobre superficies pulidas.
También, existían una diversidad de formas como ceramios con base cónica, recipientes de asas laterales, ollas trípodes o platos con agarraderas; los cuales tenían en su mayoría una finalidad utilitaria o doméstica, aunque, igualmente eran usadas en celebraciones y ritos religiosos.
En cuanto a su producción, se realizaban mediante el moldeado manual, en otros casos, la arcilla era trabajada sobre una placa redonda que se ponía a girar, y algunas veces usaban moldes.
Pese a que los diseños de los ceramios variaban de una provincia a otra, el estilo incaico siempre imperó, debido a que muchas poblaciones conquistadas copiaron sus formas y decoraciones.
Cuáles eran las formas de la cerámica Inca.
Si hay algo que sobresalió en la cerámica de la cultura Inca, fue la innovación de nuevas formas dentro de los estilos existentes en la zona central andina, de esta manera encontramos:
Aríbalo.
Era una jarra globular de gran tamaño con base cónica que incluía dos asas laterales verticales, cuello alto y una amplia boca, usada tanto para servir bebidas en las celebraciones importantes, como para transportar líquidos, en este sentido, la vasija se colocaba sobre la espalda atada con una cuerda por las asas y un pistilo decorativo, a la vez sujetada con las manos.
Kero.
Fue otra forma de cerámica Inca, que consistía en un vaso de base angosta, cintura estrecha y una boca muy abierta decorada con una figurilla de un animal o un ser humano; frecuentemente eran hechos en madera de cedro o en arcilla, decorados con figuras policromas, y algunas veces adornados con incisiones metálicas o piedras preciosas. Estas copas fueron usadas para tomar bebidas alcohólicas como la chicha de jora durante los rituales ceremoniales.
Ambos estilos se difundieron por todo el Tahuantinsuyo, fusionándose con las diferentes técnicas alfareras de otros pueblos, de esta manera, surgieron comunidades artesanales especializadas en su elaboración, lo que permitió el posterior reconocimiento de la cerámica Inca como una herencia artística y estética de esta gran civilización.
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